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«El complot mongol» de Rafael Bernal

el complot mongol de rafael bernalTengo dos amigos frikis de los libros que están enamorados de Libros del Asteroide. Yo todavía no estoy enamorada de Libros del Asteroide, pero me pone, mucho. Y me pone porque no he leído ningún libro que hayan publicado que sea malo. Y no me he enamorado todavía porque tengo que reconocer que no he leído muchos. Pero va a pasar, como si lo viera, voy a seguir leyéndoles y me voy a enamorar. Una editorial que publique «El complot mongol» merece amor, mucho amor.

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«Todos muertos» de Chester Himes

Todos muertos de Chester HimesEsto no es exactamente una reseña porque lo importante de leer a Himes, y hay que leerle, no es la trama ni los personajes ni el estilo, que también, lo importante de leer a Himes es que te muestra una realidad que solo te puede mostrar él. Si lees para conocer el mundo, debes leer a Chester Himes porque te muestra una parte del mundo difícil de leer en otros libros. (Si queréis leer una reseña de verdad, leed la de Aramys).

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«El martillo azul» de Ross Macdonald

El martillo azul de Ross MacdonaldDespués de leer a Margaret Millar he querido leer también a su marido. No estoy segura de que haya sido una buena idea. He disfrutado más de «Más allá hay monstruos» que de «El martillo azul» pero eso no tiene nada que ver con la calidad del libro. Tiene que ver con mi momento vital y mis creencias. Así que antes de empezar a hablar del libro voy a intentar quitarme de encima ideas y prejuicios. A ver qué tal va.

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«El viejo muere, la niña vive» de Julián Ibáñez

Publicado originalmente en Fiat Lux.

El que no haya leído todavía a Julián Ibáñez que deje de leer esto, pero ya, y salga corriendo a buscar un libro suyo y lo lea, pero ya.

Si sigues leyendjulian-ibc3a1c3b1ez[1]o, es que ya le conoces y entonces también deberías dejar de leer porque no te voy a contar nada que no sepas.

A ver si esta va a ser la entrada menos leída de todos los tiempos. Un día de estos voy a tener que dejar de tirar piedras sobre mis propios tejados.

De Julián Ibáñez me gustan hasta los títulos. Estás en una librería y ves un título como “El viejo muere, la niña vive” y te dan ganas de leerlo porque te preguntas de qué va a hablar algo con ese título. Me pasó lo mismo con “Perro vagabundo busca a quien morder”. Sigue leyendo

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Voy a tener un verano Camilleri

Desde que leí «La forma del agua» he leído dos Camilleris más: «La voz del violín» y «La pista de arena».

Debería haber escrito las reseñas, están ambas dos empezadas pero no hay manera de acabarlas porque ¿qué digo de Camilleri que no se haya dicho millones de veces ya?

Los libros de Andrea Camilleri me gustan pero eso no explica mucho de mí misma, formo parte de la legión de personas a las que les gusta Camilleri, es inevitable que te guste, pero cuando intentas explicar por qué te gusta no sabes muy bien por donde empezar.

Escribe bien, pero eso se le presupone a un escritor. La parte que no se le presupone a un escritor (debería, pero es mejor no hacerlo porque te llevas unos chascos…) es su capacidad para reproducir dialectos y formas de hablar populares. Camilleri es un genio en eso y no lo sabríamos si no tuviera traductores excepcionales (en catalán, Pau Vidal es un monstruo).

Camilleri ha creado a Catarella. Sí, ya sé que la estrella es Montalbano, pero a mí me parece más difícil inventar a alguien como Catarella y que te lo creas. Catarella es el típico personaje que en otro libro seria  el bufón, el ridiculizado, el que nadie se toma en serio… pero Camilleri consigue crear a alguien que te hace reir cada dos por tres y al mismo tiempo le da cualidades, lo hace importante y útil, y eso es difícil de hacer. Encontrar el valor de las personas que son distintas es algo que requiere un gran esfuerzo, a nadie le sale del natural. Camilleri nos enseña a hacerlo. Y por eso me gusta.

Luego, claro, está Montalbano. La mejor y más evidente cualidad de Montalbano es que es un hombre bueno. Dicho así parece cualquier cosa, pero, desengañémonos, ser un hombre bueno es extremadamente difícil. En realidad hay muy pocos hombres buenos de verdad. Montalbano no es perfecto, porque si fuera perfecto no te lo creerías. Montalbano se equivoca mucho, se contradice, hace cosas que no sabes bien de donde salen, tiene muy mala leche a veces, no siempre consigue ser fiel… pero es siempre leal, siempre. Otra cosa que lo convierte en un hombre bueno es que siempre está del lado de los débiles, sea quien sea el débil: una mujer, un inmigrante, un niño, un anciano, un efermo… Si aparece alguien en una situación de debilidad, él va a estar de su parte, aunque eso lo cause problemas. Y eso ya no es que sea difícil, que lo es y mucho, es que es extraordinario. Y la cosa es que, si bien le podría salir gratis, que para eso está en un libro y es alguien inventado, Camilleri le hace pagar el precio que tiene ser consecuente con los principios de uno. Porque tener principios y seguirlos sale muy caro, pero hay que hacerlo igual porque si no el mundo se convierte en un muy mal lugar para vivir.

Me gusta también como son los personajes femeninos y como se relaciona Montalbano con ellos. No hay ni una sola mujer insignificante, no hay ni un personaje femenino vacío. Las mujeres de Camilleri son fuertes o inteligentes o sufridas o lo que sea pero son algo más que un cuerpo. Los personajes femeninos vacíos abundan en la novela negra, demasiado. Camilleri ha creado un Montalbano que aprecia la belleza en las mujeres, sí, pero siempre, siempre, reconoce la inteligencia, también, o la fuerza, o la alegría o lo que sea que las descosifica y las convierte en personas interesantes.

El mundo que ha inventado Camilleri es un mundo real, lleno de maldad y también de bondad, lleno de mentiras y medias verdades (la verdad, verdad, la verdad en mayúsculas, no existe), lleno de belleza y placeres y de sufrimientos y fealdad… El mundo de Camilleri, el escenario donde transcurre la vida que nos cuenta, es un lugar de verdad. Yo no supe que era tan difícil hacer eso hasta que intenté hacerlo. Si tu te pones a escribir el mundo tal como lo ves, cuando lo lees parece irreal. La realidad tal cual es, escrita, parece mentira. Para que la realidad inventada parezca verdad tienes que seguir unas normas que no son fáciles de aplicar. En los libros las cosas no pueden suceder nunca por que sí y en la vida, demasiado a menudo, las cosas suceden por que sí, sin razón aparente. Vigàta existe porque Camilleri lo ha escrito. Existe solo en los libros, pero existe.

Leyendo a Camilleri sabes que tiene sentido del humor, que es un hombre sensible y honesto que hace lo que puede para ser un hombre bueno, sabes que es listo, inteligente y culto, sabes que sabe que es un privilegiado que disfruta de un montón de cosas que no son suyas, que son prestadas, o que deberían ser de todos aunque no lo sean… Y luego lo conoces, le escuchas hablar y sabes que lo que leíste es verdad y que él es como sus libros, grandes pero sin querer, grandes pero sin alardes, grandes pero como pidiendo perdón… Grandes pero humildes, como de artesano más que de artista,  y hay muchos artesanos que son artistas, aunque no quieran.

Este va a ser un verano Camilleri, porque leerle hace que el mundo sea más fácil de vivir. Leer a Camilleri te hace mejor persona, en serio. Hace ya mucho tiempo que sé que leo porque los libros amplian mi mundo, lo hacen más grande, más libre, más interesante. Leer es vivir otras vidas, hacer vacaciones, y los libros de Camilleri son un lugar fantástico en el que pasar las vacaciones.

 

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